Hace pocos días realizamos una realocación no menor en pos de reducir el riesgo en las carteras dada la cada vez más marcada divergencia entre los mercados y la economía real. No tenemos una visión totalmente negativa, pues, en parte, no creemos que el precio de los activos caiga mucho frente a la pared de liquidez que están generando los bancos centrales del G7. Sin embargo, el precio de los activos, y particularmente el de las acciones pasó de estar “muy barato” a “no es tan obvio que están baratos”, mientras que los fundamentals económicos continúan deteriorándose, o por lo menos no muestran signos de mejoras.
Más allá del país o región que se mire, los últimos datos (producción industrial, exportaciones, estimaciones del PBI) continúan mostrando una economía muy endeble. La región más preocupante es Asia, donde China es obviamente el foco de atención. Allí observamos la combinación de temas políticos (transición en la conducción del partido/país, que no ocurre sin generar ruido o drama), con temas económicos relacionados a la convergencia en las tasas de crecimiento a niveles más sustentables. Como ya hemos mencionado varias veces, es difícil que un país crezca a tasas del 8-10% por un largo período de tiempo. Si bien la teoría economía no es como la física, la convergencia económica en China debería respetar los principios de la amplia y aceptada literatura sobre crecimiento, así como también la historia de otros países que pasaron por el proceso de transición de tener niveles muy bajos de PBI per cápita hacia niveles de países de ingresos medianos o altos. Es verdad que China está todavía lejos de ser un país de ingresos altos por habitante, pero aun así el mercado de trabajo empezó ya a mostrar signos de que el ratio capital-trabajo está convergiendo. Entendemos la complejidad de juzgar correctamente las diferentes fases o ciclos del proceso de convergencia en China en el mediano plazo, y no creemos ser expertos en la materia, pero le asignamos una probabilidad mayor a la que le asigna el mercado a que estemos pasando de tasas de crecimiento del 8-10% a unas del 4-6%. Más allá que un 4-6% respecto del tamaño de la economía China de hoy es una cantidad para nada trivial ni despreciable, los mercados pueden eventualmente decepcionarse al ver que no se produce un retorno a los tiempos del 8 o más%.
Otros factores de riesgo que justifican esta cautela en el corto plazo son el ya conocido ‘precipicio fiscal’ en USA, y el timing vis-à-vis las elecciones, así como también el resultado de las mismas y las implicancias no sólo en términos de las reformas impositivas, sino sobre todas las decisiones de política económica, como también el ya prolongado tema político en Europa, ahora alrededor de España e Italia y la potencial ayuda del BCE.
Como ya hemos mencionado repetidas veces en el pasado (ver blogs previos), el accionar del BCE no sólo fue inteligente y necesaria, sino que potencialmente fue un punto de inflexión. Ha reducido, o casi eliminado, la probabilidad de un episodio catastrófico en el corto plazo. Sin embargo, los políticos siguen teniendo la responsabilidad de solucionar los temas fundamentales de corto y mediano plazo. En el corto plazo, tienen que introducir reformas a nivel local que hagan del rescate algo creíble (España recién las ha anunciado), y que luego le permita a la UE y posteriormente al BCE proveer la asistencia necesaria para sostener a estas economías en la transición hacia situaciones fiscales y financieras más saludables, y con suerte retomar la senda del crecimiento. Al mismo tiempo, la UE necesita impulsar reformas estructurales a nivel de la Unión, en pos de una unión fiscal y bancaria que complemente la monetaria. Ya habiendo decidido dar riendas sueltas al balance del BCE es una decisión más que importante, pero para nada suficiente y sólo sirve para contener a los mercados por un tiempo.
No es solo anecdótico que la preocupación por la incertidumbre fiscal en USA afecta las decisiones económicas (inversión, consumo, y su repercusión en la desaceleración de la economía). La liquidez de las compañías es un ejemplo clave (casi 2 billones de dólares), como lo son la evolución de la inversión o de compras de durables, así como también los depósitos bancarios en la Fed (casi que equivalente al tamaño de la expansión monetaria de la misma). Todos datos que reflejan decisiones de cautela o parálisis. Además, hay estimativos de cuánto es el tamaño de la liquidez de las grandes compañías multinacionales en sus subsidiarias afuera de USA ante la incertidumbre impositiva. La elección del 6 de Noviembre va a ser un primer paso significativo hacia un escenario de mayor claridad. Superar este ‘precipicio fiscal’ probablemente sea el primer eje de negociación, el cual hasta puede desarrollarse antes de concluir este año, que puede después continuar con un debate y negociaciones más profundas sobre una reforma impositiva y una ajuste fiscal sustentable en el mediano plazo. Si bien muchas de las ideas ya han sido debatidas y a pesar de cuál sea el resultado de la elección, creemos que una reforma impositiva pro-crecimiento va a ocurrir, a pesar que los políticos y el timing de la misma no es para nada obvio.
En conclusión, la economía real todavía no ha respondido tan positivamente como los mercados a la gigantesca inyección de liquidez por parte de los bancos centrales (hecha o amenaza de), y en la mayoría del mundo desarrollado todavía faltan tomar muchas decisiones importantes hacia un clima propicio para que surja algo de crecimiento.
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