Italia es el centro de la crisis del euro hace ya varias semanas. Los anuncios del 27 de Octubre fueron en la dirección correcta, pero estuvieron carentes de detalle y no fueron de la magnitud que se esperaba. Los tres pilares de los anuncios se debatían y conocían desde la reunión anual del FMI (Sept. 23-25), lo que explica la recuperación de los mercados durante Octubre. Los anuncios no generaron sorpresa. Dadas las limitaciones que afrontan la mayoría de los países ricos de Europa, el único actor que queda con capacidad de estabilizar al euro es el Banco Central de Europa (BCE). Mario Draghi (Presidente del BCE) tiene que liderar conjuntamente con Merkel y Sarkozy. Al igual que en la mayoría de los asuntos referidos a las finanzas internacionales, el limitante para resolverlos es la voluntad y no la capacidad.
El anuncio del 27 de Octubre tenía los componentes necesarios para estabilizar al euro y comprar tiempo hasta que las reformas necesarias se implementen, lo cual es un ingrediente fundamental para reavivar el crecimiento en la región. Más allá que aquí hablamos sólo de comprar tiempo, parecería que los funcionarios de la UE intentaron pilotear la tormenta con menos de lo necesario. Los ejes estaban puestos en los 3 temas importantes: recapitalización de los bancos en la región, una más agresiva restructuración de la deuda de Grecia y evitar el contagio hacia otros países como Italia, España, Portugal e Irlanda. Tanto sobre el primer punto como sobre el tercero punto, el anuncio fue vago. Cuestiones políticas aparecen como las principales limitantes para que el FEEF (EFSF en inglés) consiga el financiamiento suficiente, por lo cual va a tener que ser apalancado para alcanzar el tamaño necesario (o utilizado como aseguradora). Los gobiernos nacionales, especialmente los más ricos, pueden ellos colaborar con la recapitalización de los bancos de sus países lo que aliviana un poco el peso sobre el FEEF (anunciaron menos de 150 trillones de euros, cuando la mayoría de las estimaciones privadas rondaban los 200 trillones, y algunos aventuraban 400 trillones).
Con un FEEF que parece insuficiente, y con mecanismos de apalancamiento o su uso como seguro todavía poco claro, las autoridades parecen apuntar a conseguir contribuciones de los “nuevos” países acreedores, como China, Brasil, etc. Al margen de ironias, China públicamente manifestó su intención de colaborar, pero aclaró que no lo hará hasta no tener más detalles sobre las medidas.
Dado el tamaño de la deuda de Italia, bajo ningún escenario realista de ayuda por parte de las economías emergentes pueda solucionar el conflicto. Por lo tanto todo queda en las manos del BCE, que hasta ahora no parece querer aparecer como el prestamista de última instancia, y no quiere actuar tampoco como lo hizo la Fed (en términos de la expansión de su balance). Sin embargo, el BCE hace honor a la popular frase “del dicho al hecho hay un largo trecho” pues ha estado comprando deuda tanto española como italiana. Más importante aun, muchas de las cosas que el BCE dijo que no haría terminó haciéndolas.
El BCE tiene que tomar un rol activo y elocuente para mitigar el contagio. Quedarse en declaraciones sobre el carácter transitorio de la situación actual no resuelve nada, todo lo contrario, es visto como una decisión de no intervenir. El BCE tendría que anunciar que la estabilidad del euro depende de que no se genere una crisis de liquidez, la cual luego se transforme en una crisis de solvencia, y de forma activa y creíble intervenir en los mercados con este objetivo en vistas. Los mismos países tendrán que trabajar en lograr su propia sustentabilidad fiscal y no depender de por vida de la intervención del BCE, sin embargo, para evitar que se genere una crisis de solvencia en Italia el BCE tiene que intervenir de forma creíble. Podría el FMI redireccionar ayuda de los países emergentes, pero esto sólo puede ser un complemento, pues este mecanismo es más complejo y además de alcance limitado.
Algunos pueden alegar que el BCE es joven y sigue en proceso de acumular credibilidad, en lugar de abusar de ella. Más aun, el pecado que originó esta crisis en Europa fue la primer y pronta violación del acuerdo de Maastricht, que cometieron Francia y Alemania. Todos ellos son buenos argumentos. Existen dos posibles escenarios: 1) dejar a los países actualmente insolventes y a los que pronto lo van a ser reestructurar sus deuda, y hasta alguno salir del euro, lo que requiere de una mayor recapitalización de los bancos de la región; o 2) dejar a Grecia como una clara excepción, proteger la solvencia del resto de los países previniendo un contagio. Si la UE pretende funcionar en el mediano plazo más como un país que como una unión aduanera y monetaria, deberían elegir la 2da opción, que implica dejar atrás algunas autolimitaciones. Es verdad que Mario va a necesitar de un vasto apoyo político, y potencialmente alguna reforma respecto de sus objetivos, pues la alternativa parece ser mucho peor.
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