Parece que los mercados ya decidieron que el rescate financiero a Grecia no solo no funciona, sino que no es creíble. Nunca es bueno inferir mucho de lo que pasa en un par de días en los mercados, pero la magnitud del movimiento junto con el tono y la contundencia del copioso debate al respecto indican eso. No parece funcionar con respecto a los objetivos planteados: calmar a los mercados y limitar el contagio. No parece creíble dado que los bonos de Grecia de más largo plazo no han reaccionado como si ese país fuese sustentable.

Un rescate de casi 50% del producto para un país que es fundamentalmente insolvente genera más problemas que los que resuelve. Europa (en este caso, Alemania y el FMI) ha cometido un error conceptual importante, que puede terminar costándole muy caro. El flujo de capitales a USA se intensificará, generando tasas de interés más baja de lo que hubieran sido, mayor crecimiento y mejor situación fiscal, haciendo la transición de USA hacia una situación fiscal sostenible más fácil. Por esta razón hemos terminado de eliminar toda exposición en acciones a empresas europeas a favor del S&P500 (solo nos quedaba exposición indirecta a través del S&P100). En el muy corto plazo, el cuestionamiento sobre la estabilidad e integridad del euro genera volatilidad en todos los mercados, y estamos trabajando en re-asignaciones al respecto. Pero en el no tan corto plazo, el fenómeno relevante es la reasignación de capitales hacia USA y los países con mejores situaciones fiscales.

Los rescates financieros a gobiernos tienen sentido cuando responden a una situación transitoria (problema de liquidez), formando un puente financiero hacia un futuro sustentable. Ese es el principio básico del FMI y otras instituciones de socorro y asistencia. Pero cuando la situación fiscal es insostenible en el mediano plazo, la asistencia necesaria es desmedida y quizás permanente, lo cual es también insostenible. Entonces, la reestructuración de la deuda es el único camino viable. En el caso de Grecia se suman otros ajustes macroeconómicos necesarios, que el euro dificulta.

La lista de países que hoy está siendo discutida como países con posibles problemas fiscales parece mezclar los conceptos de liquidez y solvencia. Hay países donde es más probable que el problema sea transitorio, y por ende, cualquier ayuda financiera sería a raíz de un problema de liquidez. Pero también hay países que cualquier observador objetivo de la foto y la historia concluiría que no son sustentables y que la reestructuración de deuda es inevitable. Poca gente parece discutir que Grecia entra en el segundo grupo, y que la reestructuración de su deuda es inevitable.

Europa ha cometido un error grave al someter su credibilidad (violando su propia constitución) en un paquete de rescate a un país con un problema de solvencia. El ajuste fiscal necesario no tiene casi precedentes históricos en el mundo, menos aun para un país como Grecia.

Uno puede argumentar que Europa tomó tal decisión a regañadientes, solo para evitar el contagio a países con situaciones difíciles pero más costosas. El problema está en que esos otros países pueden tener problemas de liquidez, pero es discutible si tendrían un problema de solvencia. El rescate de Grecia daña la credibilidad de Europa, y por ende hace más difícil la respuesta de política económica ante presiones en países sostenibles pero con situaciones transitoriamente comprometidas (Portugal, Irlanda, España, etc.). Este error lleva el debate directamente al valor y sustentabilidad de las instituciones económicas que hacen al euro.

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